27 de enero de 2021

El embarazo, una oportunidad de sanación


Cuando se habla de embarazo, sea por experiencia propia o de alguien cercano, en nuestra mente suelen despertarse palabras relacionadas con el test de embarazo, las ecografías de primer, segundo y tercer trimestre, el test de la glucosa, las posibles infecciones... Las etapas médicas que monitorean los cambios físicos parecen las únicas que se pueden utilizar para describir un embarazo.


¿Cuáles son las etapas del embarazo desde el punto de vista psicológico?


Varios autores (Pines, 1994, Lester y Norman, 1986) señalan tres etapas diferenciadas.

La primera etapa iría desde la concepción hasta que se sienten primeros movimientos fetales (4 meses y medio aproximadamente), se caracteriza a menudo por la intensidad de los síntomas físicos y a nivel psíquico la ambivalencia, entre felicidad y rechazo del embarazo, es frecuente, sea un embarazo buscado o no buscado.

De hecho, Niles Newton explica cómo las mujeres oscilan entre la satisfacción existencial y la preocupación por la pérdida previsible de libertad con el embarazo y crianza posterior; , que los sentimientos pasen desde el rechazo a la aceptación, vivir la ambivalencia de “lo quiero, no lo quiero” es algo normal y habitual.


Una segunda etapa, se inicia cuando se empiezan a sentir los movimientos fetales hasta los tres o cuatro meses siguientes. Sentir los movimiento fetales, las patadas, ver la barriga moverse, está relacionado con el reconocimiento por parte de la madre de que el bebé tiene vida propia. Es en esto momento, para muchos autores, la madre empieza a fantasear, imaginando a sí misma como madre, empieza a imaginar su bebé y de manera paralela vuelve a repensar a su propia madre y la relación que tuvo y tiene con ella, que se conoce con el nombre de “representaciones maternas”.


La tercera y última etapa en la recta final del embarazo, a cuatro seis semanas del parto; está marcada por la condición física y las fantasías en torno al parto, sobre la vida y la muerte, los miedos al futuro y los posibles inconvenientes. 


¿y cuáles son los cambios a nivel psíquico?

A lo largo de un embarazo, hay una creciente necesidad, por parte de la madre, de revisar y comprender los vínculos primarios, con sus propios cuidadores principales para poder vincularse afectivamente con el recién nacido. Monique Bydlowski (psiquiatra francesa que ha pasado más de treinta años trabajando con embarazadas y puérperas en una gran maternidad parisina) utiliza el término de transparencia psíquica para describir el estado psíquico que se desarrolla gradualmente, para alcanzar un grado de sensibilidad creciente durante el embarazo y especialmente al final. Según esta autora la transparencia psíquica se caracteriza por un resurgir de recuerdos del pasado, que afloran del inconsciente a la consciencia. Hay una reactivación de experiencias vitales y emocionales del pasado no resueltas, con posible agudización de procesos dolorosos.

Una consecuencia de esta transparencia psíquica puede ser que el embarazo suponga un momento privilegiado en el que es posible resolver conflictos psíquicos más rápidamente que en otros momentos de la vida.

El embarazo, como otras crisis vitales, ofrece una oportunidad de sanación, de curación, para encontrar soluciones más adaptadas mediante una nueva organización de la personalidad.


¿Cómo puedo sanar las heridas o duelos no resueltos?

El acompañamiento psicoterapéutico durante el embarazo puede ser una variable determinante para poder transitar por estas emociones, para comprender y asumir la propia historia previa vincular sin quedarse atrapadas en los sentimientos de culpa, rabia, enfado, injusticia, miedo, dolor.

Así revisar la infancia a lo largo del embarazo puede servir para incrementar la consciencia y la empatía con el futuro hijo o hija.

Como señala Marshall Klaus (neonatólogo experto en estudiar los efectos del vínculo materno después del nacimiento), el vínculo empieza a formarse en el embarazo y está afectado por una serie de factores interpersonales y ambientales. 

Por un lado la dinámica intrapsíquica sobre cómo se concibe el bebé y sobre todo, la manera en que la madre fue criada por sus propios padrespor otro la calidad de la relación de pareja, el apoyo social y la presencia de estresores externos (Klaus & Kennell, 1982).

Sostener a la futura madre será el papel no solo del padre y la familia sino también de los sanitarios. Los profesionales de la psicología podemos sostener y ayudar el nuevo núcleo familiaren sanar los vivencias del pasado; a la vez, enfocándonos en la salutogenesis, fomentar los aspectos sanos y de salud, potenciar herramientas adecuadas de afrontamiento el estrés sin que este se vuelva crónico, dificultando la experiencia materna así como la comunicación y vínculo con el bebé.


Por Susanna D' Ambrosio

Psiquiatra y psicoterapeuta perinatal