30 de octubre de 2019

El feminismo desde la perspectiva de la paternidad


Soy un varón, blanco, heterosexual, cisgénero, de clase media. Entre otras cosas, esto significa que mi vida es un lujo lleno de recompensas. Voy a cobrar un sueldo justo por mi trabajo, voy a caminar por la calle con seguridad, voy a tener voz en cualquier espacio, voy a tener relaciones sexuales y afectivas con fluidez. Y ahora, además, si me ocupo de cualquier tarea relacionada con el cuidado (acompañar a mi hija a la escuela, poner lavadoras, organizar la compra) voy a tener un reconocimiento por encima de lo justo, como nunca lo ha tenido una mujer. En definitiva, si no hago nada voy a seguir perpetuando un sistema heteropatriarcal que destroza vidas.

Esta consciencia me hace responsable, y esta responsabilidad me sitúa en el deber de revisarme y cuestionarme. Hasta que no salgamos todos los hombres a reconocer estos abusos diarios, hasta que no estemos dispuestos a perder estos privilegios, seguiremos creando una sociedad injusta y violenta. Para mi es un proceso largo y difícil que, obviamente, no soy capaz de hacer solo. Este camino se da gracias a la presencia de las mujeres que forman parte de mi vida, ellas me abren los ojos y el corazón, ellas son las que ponen la voz. Este camino es a su lado y a su ritmo. Al lado de mis amigas y compañeras, al lado de las teóricas y activistas feministas, al lado de mi madre, mi hermana y mi pareja. Y al lado de mi hija.

La crianza de mi hija me confronta continuamente con el sistema. Nació hace cinco años y medio, con vulva. La sociedad y el entorno (del que formo parte) la tratan como una niña y, por ahora, parece que ella está de acuerdo. Yo, a veces, tengo miedo, cuando pienso en cómo le puede ir la vida en este sistema. Y me doy cuenta de que así la victimizo, y eso es justamente lo que el propio sistema ya hace. Detecto que el miedo aparece cuando la veo jugar a maquillarse o a princesas. Cuando veo que empieza a ser importante que una falda le “quede bien”. Cuando veo que al entrar a la escuela se va a un rincón con dos amigas. Cuando veo su reacción si alguien le dice que es guapa o buena. Cuando no se atreve a intervenir en un juego de grupo. Y sé que el miedo es mio y el trabajo es mio, para poder acompañar su emoción, cuando lo necesita, en cada uno de estos momentos, intentando no pensar más allá.

Este trabajo tiene que ver con el deber y la responsabilidad de revisarme como padre y como hombre, para mirar desde donde acompaño cada momento de su vida, y para cuidar la fuerza con la que llegó al mundo. ¿La he fragilizado en esta situación? ¿la he empoderado? ¿Habría hecho lo mismo si fuese un niño? ¿Hubiese tenido el mismo argumento? ¿Habría utilizado las mismas palabras, el mismo tono, la misma postura? El mejor regalo que puedo hacerle a mi hija, entonces, es mirar hacia dentro para hacer consciente lo que exteriorizo. Para saber cuales son mis miedos y, así, poder acompañarla sin juicio. Y para encontrar, y mostrar, otros modelos dentro de mi: hasta ahora nos hemos pintado las uñas, nos hemos disfrazado de princesas, nos hemos maquillado, hemos jugado a luchas, hemos bailado ballet, música clásica y punk, he desfilado vestido de campanilla y de pirata. Si yo puedo mostrar un padre que es capaz de actuar, de estar, y de emocionarse de maneras diversas, sin poner carga en unas más que en otras, por lo menos ofrezco un modelo cercano diverso que “le da el permiso” para cuestionarse algún día cómo quiere ser.

En general, los padres y las madres, queremos lo mejor para nuestrxs hijxs, pero, ¿que significa lo mejor? ¿podríamos consensuar que lo mejor pasa por construir un mundo más justo y humano? ¿y que el mundo no se construye solo? ¿y que estas palabras (mundo, mejor, humano, justo) son, a menudo, inabarcables? Cada persona descubre dónde pone la energía para crear la sociedad en la que vivimos. La mía está en la alianza con los movimientos feministas, liderados por mujeres que admiro. Porque creo en una sociedad que ponga en el centro los cuidados, el reconocimiento de la interdependencia y la vulnerabilidad, y la gestión de las emociones. Una sociedad que rompa con el binarismo y con el castigo del sistema sexo-género. Una sociedad en la que cada persona sea libre para decidir, sin miedo, cómo quiere ser, cómo quiere vivir y cómo se quiere expresar.

Gus Bas, psicólogo familiar



Si te apetece compartir un poco más, te espero en el DIRECTO del MARTES 12 DE NOVIEMBRE a las 21h horario de Barcelona junto a Gus Bas, psicólogo familiar de adultxs, parejas e infanto-juvenil de Acompanyament Familiar.  


Puedes conectarte a:

FBK: https://www.facebook.com/psicologiarespetuosa

Instagram: @elisendapascualmarti

¿Cuándo? MARTES 12 DE NOVIEMBRE a las 21H


Puedes seguir mi Canal de YouTube “Elisenda Pascual Martí” para poder escuchar todos los otros vídeos que ya he grabado.


Te veo pronto y feliz crianza,

Elisenda Pascual i Martí

Psicóloga y psicoterapeuta

Directora de Acompanyament Familiar