2 de abril de 2021

EL VIAJE INTERIOR: ACOMPAÑARME A MI PARA ACOMPAÑAR A MIS HIJXS


Ya sabemos que en la biografía de cualquier persona adulta no sólo hay buenos momentos sino también heridas, no-permisos, frustraciones, no-reconocimiento. Las memorias emocionales de estas vivencias configuran el contenido de nuestro corazón.


Cuando acompañamos a una criatura invocamos involuntariamente todo este bagaje de memorias emocionales y las ponemos al servicio de la crianza y de nuestro maternaje. 


La absoluta relación que existe entre mis emociones y las emociones de mi criatura hace imprescindible que para acompañar conscientemente a mi hijx tenga que acompañarme conscientemente a mi misma. 


Esta exploración hacia adentro me invita a construir herramientas conscientes para estar en PRESENCIA ante mi criatura.


A veces, cuando una madre o padre viene a mi consulta y me comenta que no soporta un comportamiento de su hijx yo le suelo preguntar “¿tu te sientes reflejadx con este comportamiento de tu hijx?” Y la mayoría de veces la respuesta es afirmativa: “sí, yo soy igual, y me da rabia ver esta parte de mí mismx en él/ella”.


El estado de presencia no solamente implica estar en cuerpo presente para mi criatura, sino también poder escuchar y reconocer aquello que me está mostrando como algo que es lícito, desvinculándolo de mi emoción, y sin tomármelo como algo personal. 


Tomarse como personal un comportamiento de nuestra criatura es un nudo que puede desenredarse, por supuesto, pero necesitamos una buena dosis de consciencia. 


Una segunda pregunta que hago en consulta ante este tipo de situaciones es “cuando eras pequeñx, ¿cómo te trataron tus mapadres ante esta conducta tuya?”, y otra casi más importante es: “y hoy en día, ¿cómo te tratas tu?, ¿te tratas con buenas palabras?, esta conducta que no te gusta ¿te la estás acompañando con amor, o te estás maltratando?”. 


Es fácil deducir que si estamos internamente en guerra con el mismo rasgo de carácter que nos muestra nuestra criatura nos sea profundamente complicado acompañarla con una actitud libre de juicios y de emociones viscerales. Nuestra guerra interna es del mismo tamaño que la guerra externa que ejercemos con nuestrxs hijxs.


Esta relación tan directa es la que hace imprescindible estar en constante “mirada hacia dentro” cuando acompañamos a nuestrxs hijxs. 


A estas alturas del artículo nos puede surgir la reflexión siguiente: “¿con esta actitud de consciencia interna se puede llegar a ser una madre/padre perfecto?” Y la respuesta categórica es NO. 


Y digo que no porque simplemente la perfección no existe. La perfección es un estado que tiene más que ver con idealizaciones de la MENTE que con la auténtica vivencia de la REALIDAD. 


Querer llegar a la perfección sólo nos encarcela dentro de conductas rígidas y de maltrato interno hacia nosotrxs mismxs. La “buena” actitud de perfección tiene más que ver con no desvincularnos del presente y, sobretodo, de estar ATENTX a lo que va sucediéndonos internamente.


Nos podría parecer que mirar a dentro de nosotras es sinónimo a entrar en la oscuridad y la sombra. Y lo cierto es que hay una parte de verdad: las emociones no digeridas y las heridas tienen un contenido de dureza muy grande que no apetece “desvelar”. 


Pero lo cierto es que también hay grandes tesoros cuando gestamos ese compromiso con nuestro interior. 


El viaje interno en el que me escucho y me acompaño para poder escuchar y acompañar es un regalo que no solamente ofrecemos a nuestras criaturas, también nos lo ofrecemos a nosotras mismas. Estar dispuestas a comprometernos en esa actitud de constante revisión interna es el timón que nos permite conducir poco a poco nuestro “barco familiar” a buen puerto en este viaje tan hermoso y complejo de la crianza. 


Elisenda Roig Solé

Licenciada en Psicología, especializada en Psicología Sistémica. Formada en Pedagogía Sistémica. Postgrado en Constelaciones Familiares y Organizacionales. Pratitioner en Programación Neurolingüística. Psicoterapeuta y docente.