29 de enero de 2025

La amistad en la infancia: quien tiene un amigo, tiene un tesoro


El ser humano es un ser mayoritariamente social, necesitamos relacionarnos con las personas de nuestro entorno no solo por un tema de supervivencia, sino también por un tema de salud.

El vínculo que la criatura establece con la madre, el padre o el cuidador principal marca de manera significativa el resto de vínculos que construiremos. El discurso, la mirada y las expectativas que tenemos hacia nuestros niños y niñas son claves, ya que es a partir de estas primeras interacciones que construirán el mundo y se definirán como individuos. Si sienten que disponen de un vínculo seguro y estable con sus adultos de referencia, hará que sientan más confianza a la hora de generar nuevas relaciones y, al mismo tiempo, se sentirán con el permiso de poder alejarse de aquellas personas que no les hacen bien.

¿Cómo cambia el concepto de amistad durante la infancia?

El concepto de amistad va cambiando en función de la edad de la criatura, así pues podríamos decir que los niños hasta los dos años no tienen amigos, sino que lo que hacen es buscar otros niños con quienes compartir espacio de juego mientras juegan en paralelo, cerca, pero cada uno inmerso en su propio juego. Entre los 3 y los 5 años, eligen como amigos o amigas a aquellos que presentan alguna similitud con ellos o con quienes comparten intereses. Son etapas en las que todavía cambian mucho de amigos.

Entre los 6 y los 9, comienzan a entender el concepto de amistad y suelen buscar “mejores amigos”, lo que puede generar decepciones y dar lugar a situaciones de exclusión que provoquen malestar en los niños. Los juegos de poder sobre quién es más fuerte, corre más rápido, baila mejor... suelen estar a la orden del día. De los 9 a los 12 años, comienzan a apoyarse mucho en los amigos; cada vez dan más importancia a todo aquello que queda fuera del núcleo familiar y los tienen como guías. Suelen formar grupos en base a la apariencia, las habilidades atléticas, los gustos... Es la etapa previa a la adolescencia, donde los amigos adquieren un papel central, las relaciones se vuelven más profundas e intervienen de forma importante en el desarrollo del autoconcepto y la autoestima social.

¿Qué habilidades son importantes para disfrutar de una buena salud relacional?

Aprender a relacionarnos es un aprendizaje complejo que requiere de una serie de habilidades que van madurando a lo largo de la infancia. Para lograr esta madurez, los niños deben estar acompañados por personas de referencia que los vayan guiando y mostrando la forma de hacerlo. Las que destacaría como más relevantes son las siguientes:

  • Gestión emocional: identificar, entender y gestionar nuestras emociones es una habilidad fundamental para las relaciones humanas y también para el bienestar general. Tener una buena inteligencia emocional significa comprender nuestras emociones y contar con las herramientas y recursos para regularnos nuevamente cuando algo nos ha generado una emoción intensa o nos ha desestabilizado. Los niños pequeños no tienen aún la suficiente madurez como para autorregularse autónomamente, sino que necesitan de un adulto de referencia que los ayude a encontrar nuevamente la calma. Para lograr relaciones profundas y conectadas, necesitamos disfrutar de una buena autorregulación emocional.
  • Empatía: es necesario poder entender los estados emocionales de los demás y reconocer su propia vivencia y realidad. Ponernos en el lugar del otro y “sentir” lo que él o ella está viviendo nos ayuda a vincularnos con nuestro entorno. Es importante saber que esta habilidad requiere de una estructura neuronal concreta, que no alcanza su madurez óptima hasta aproximadamente los 5 años y que va evolucionando hasta la edad adulta.
  • Comunicación: las palabras son el punto de encuentro entre dos personas. Es lo que nos permite compartir y expresar de forma precisa lo que estamos transitando interna y externamente. Para comunicarnos, necesitamos antes hacer una revisión interna, para después poderlo compartir con la persona que tenemos enfrente. Comunicarnos tiene que ver con hablar y también con escuchar, respetar los turnos de palabra... Es importante darnos cuenta de que los gestos, miradas, expresiones faciales... también dan mucha información. La comunicación no verbal en niños pequeños es muy significativa.
  • Asertividad: es la capacidad de sentirse con el derecho de hacerse respetar y poner límites cuando es necesario. Es una habilidad muy importante que nos protege de no caer en situaciones de manipulación, sumisión ni humillación. Los niños pequeños suelen expresar la asertividad a través del cuerpo, poniendo límites mediante los brazos, empujones, golpes o gritos. Con el tiempo y un buen acompañamiento, van aprendiendo a encontrar nuevas maneras de poner estos límites de otra forma.


Acompañar a nuestros niños en los conflictos que puedan encontrar en estas etapas es una oportunidad magnífica para irles mostrando cuáles son aquellas relaciones saludables y nutritivas que queremos en nuestra vida. Acompañarlos en este viaje con presencia, confianza y amor es una garantía de salud mental y un seguro para toda la vida.


MIREIA BOSCH TEIXIDOR

Psicóloga especializada en maternidad, paternidad y crianza