Hablar de abuso parece una tarea más fácil hoy en día que una generación atrás. Cada vez estamos más sensiblizadas en las varias caras del abuso en nuestra sociedad. Si me vas siguiendo te habrás dado cuenta de que, después de mi primer libro “Clara y su sombra”, hablar del abuso sexual se ha vuelto algo usual en mis varios canales. Dar voz a esta realidad que sólo pueden sufrir las criaturas, es Paramount en mi trabajo como acompañante familiar.
Hoy, me gustaría hablarte, a parte del abuso sexual a menores, de los otros múltiples abusos invisibilizados que podemos ejercer sobre las criaturas. La mayoría de ellos son aceptados socialmente y pasan desapercibidos en nuestra cotidianeidad. Probablemente hemos sido víctimas de alguno o varios de ellos, o tal vez somos perpetradorxs actualmente. Lo más común es que nos encontremos en ambas situaciones, puesto que aquello que hemos recibido, de alguna manera lo normalizamos y acabamos ejerciéndolo también. Aquello que no cuida la Vida en desarrollo puede transformarse en abuso. Nos hace falta una buena dosis de revisión personal y autocrítica para poder empezar a transformar la manera que tenemos de acompañar a las criaturas, y así, contribuir a transformar el mundo en el que vivimos.
¿Qué tipo de abusos pueden sufrir las criaturas?
Voy a tratar de listar aquí algunas de estas situaciones para que podamos tener plasmadas las varias realidades que las criaturas viven y no les cuidan. Mientras las lees, te invito a que vayas, no sólo revisando tu papel como acompañante, sino también tu lugar como criatura que fuiste. Seguramente este ejercicio te va a brindar la oportunidad de saber más sobre tu forma de funcionar.
Ignorar: aquí incluyo la ausencia de presencia adulta, es decir, las veces que reclaman nuestra atención y estamos demasiado ocupadxs en nuestros quehaceres adultxs, ya sea tareas domésticas, trabajo o hobbies. Ellxs no entienden la diferencia entre unas y otras en los primeros años de vida, y los deberes adultxs son igualmente negligentes para su necesidad de mirada, atención y cercanía. A medida que se hacen más mayores, una gran presencia de actividades extraescolares, por ejemplo, también puede ser una manera de no tener que hacernos cargo tanto de sus demandas.
Prisas: ya sabemos que el mundo está hecho a medida del sistema capitalista y consumista. Este es un modelo usurpador del cuido, o más bien, una estrategia del modelo patriarcal que lo binariza en función del género. Las prisas, o la máxima de “el tiempo es oro” aplicada a ellas marca nuestra rutina y nuestro tempo. Con todos estos inputs, nos puede suceder que arrastremos a las criaturas a vivir en un ritmo que no les es propio: despertarse demasiado pronto, correr a la escuela, no tener tiempo para estar más rato en el parque, etc. Obviamente que nuestra presencia en su vida les ayuda a sociabilizarse en el mundo adulto del que van a formar parte, la cuestión es ¿no es demasiado rápida la forma que tenemos de introducirles ahí dentro?
Bromas: lxs adultxs, a menudo, usamos este recurso para desprestigiar a las criaturas, hacerles sentir que no saben tanto como se creen y ridiculizarlas. Reírse de ellas haciendo uso de nuestra jerarquía, es un abuso de poder como los otros. No porqué nos pintemos una sonrisa o carcajada en la cara significa que vayamos a ser menos abusivos con ellas, más bien normalizamos unas prácticas irónicas y sarcásticas para que nuestro ego adulto se quede tranquilo.
Comparar: cada persona es única, un mundo maravilloso para descubrir. Tus criaturas también. Compararlas con otras, con sus hermanxs, primoxs, amigxs o incluso con lo que hacíamos nostorxs cuando éramos pequeñxs y lo bien que nos portábamos, o el caso que hacíamos a nuestrxs padres (¡habría que verlo!), forma parte de una estrategia de separar nuestra mirada y reconocimiento hacia ellxs. Respetarles significa aceptar su naturaleza y las estrategias que usan para reclamar nuestra atención o expresar sus emociones internas. Nuestra labor no es cambiarles, sino redirigir, con amor, el rumbo que toman para conseguir lo que desean.
Despreciar: esta es una forma de abuso narcisista de las personas adultas. Ponerse por encima de la opinión de alguien es un acto de soberbia que debemos revisar, y sobre todo cuando este alguien es una criatura. Seguramente no tiene la misma experiencia de vida que nosotrxs, ni el mismo conocimiento, pero te puedo asegurar que la sabiduría inherente a la Vida de una criatura es mucho más grande que el tamaño de sus zapatos. Abrirnos a escuchar sus puntos de vista y opiniones incrementa la atención que recibe de nuestra parte, e incentiva su autoestima.
Mentiras: utilizar la manipulación de la mentira para conseguir aquello que nos interesa de una criatura es una forma de abuso y de extorsión. Una de las características comunes en la mayoría de los abusos sexuales infantiles es el uso de los secretos entre el perpetrador y la víctima. La mentira nunca es el camino, y todo y que existe una gran diferencia entre decirles a las criaturas toda la verdad sobre ciertas situaciones o no, cabe evitar a toda costa usar las mentiras de forma reiterada.
Gritar: los gritos, per se, no tienen nada de dañino ni perjudicial. Enseñar que gritar “es malo” no les ayuda a canalizar su agresividad en momentos en que lo puedan necesitar. Lo que si es importante es enseñar – con el ejemplo ,por supuesto- que los gritos que implican insultos, desprecios, violencia o dañar deben ser evitados. Gritar reiteradamente a una criatura le abre las puertas a normalizar esta forma de maltrato en su vida y a ejercerla sobre otrxs.
Insultar: las palabras dañinas hacia nuestrxs hijxs son una de las formas de maltrato más extendidas. Por insulto no hace falta que nos imaginemos palabras malsonantes como imbécil, desgraciada, inservible, estúpido, etc. Los insultos más habituales pueden ser cosas más inofensivas como “lloras como una niña”, “te vistes como una pordiosera”, “eres un miedica”, “gritas como una gallina”, etc.
Manipularles fuerte: hay momentos que perdemos la paciencia y podemos caer en el error de agarrar fuerte a las criaturas para moverlas de lugar, hacerlas caminar cuando no quieren o reprocharlas por algo. Cuando hablo de los límites, siempre llega el momento de hablar de la contención física, y esta puede llegar ser muy agresiva y fuerte. La clave para hacerlo sin abusar de las criaturas radica del lugar del que sale tu necesidad de manipularles con fuerza: si sale de tu corazón (amor), acércate a parar la acción que le daña, sostener su rabia o pedirle que camine con amor, con una mirada de aceptación de su necesidad diferente de la tuya. Pero si el impulso de acción te sale del hígado (rabia y enfado) y lo que intentas es imponer tu razón a la fuerza más que cuidar lo que a tu hijx le sucede, entonces atentx, porqué tus movimientos físicos pueden ir cargados de enfado e impaciencia.
Pegar: creo que este punto tiene peso por si mismo. Todxs sabemos que significa agredir físicamente a una criatura. No hace falta pegarles una paliza, o usar el cinturón para dañarles. Un simple golpe, un empujón, un cachetazo o una colleja son agresiones físicas. Por suerte, en muchos países, esta acción que hasta hace una generación estaba tolerada y aplaudida, ahora es denunciable y puede ser penada. Si sientes que te faltan recursos para no acabar cayendo en ella, pide ayuda. Tu niñx interna y tus criaturas externas, te lo agradecerán.
Sexual: si te interesa saber más sobre el abuso sexual, te remito a que leas los varios artículos en los que hablo íntegramente sobre ello.
Para más información, ejemplos y preguntas sobre este tema del abuso, puedes dirigirte al vídeo de mi canal de YouTube Elisenda Pascual Martí, o al podcast en IVOOX de Acompañamiento Familiar.
Te veo pronto y feliz crianza,
Elisenda Pascual i Martí
Psicóloga y psicoterapeuta
Directora de Acompanyament Familiar