Se acercan las Navidades y con ello, se abre la veda a deseos, caprichos y encuentros mágicos con personajes barbudos, troncos que cagan dulces y purpurina, renos voladores y tantas otras criaturas inimaginables.
Son muchas las familias que os acercáis a preguntar cómo poder gestionar estas fechas tan familiares, donde los límites y las pinceladas de tonos respetuosos y comedidos que habéis ido forjando a lo largo del año, acostumbran a pasar a un segundo plano para satisfacer la parte más egoica de lxs niñxs (y de lxs niñxs de lxs adultxs, ¡claro!).
Nuestra cultura de bases judeo-cristianas marca un hito importante en estos días venideros. El nacimiento del redentor: hombre salvador, hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza. ¿Os suena, cierto? Es para celebrar su nacimiento que nos reunimos alrededor de una mesa y compartimos comida rica con nuestros seres queridos. Nos brindamos regalos igual que- en esa fecha- nos cuentan que se los brindaron a él: oro, incienso y mirra. Seguro que lo aprendiste en tu edad escolar, ¿verdad?
Lo que no se si te han contado, es que es justo en el día 25 de este mes cuando el Sol, el astro rei, hace su nacimiento desde su punto más bajo en el cielo. El 21 de Diciembre es el solsticio de invierno en el hemisferio norte, y si nuestra memoria escolar sigue sin fallarnos, recordaremos que es el día en que menos horas brilla en el cielo. Pues bien, antes de retomar su camino creciente, el astro permanece 3 días en el mismo punto antes de “nacer” de nuevo y remontar el terreno cedido durante los meses de decrecimiento. Logrará llegar a su cénit el 21 de Junio, día del solsticio de verano (en el norte, claro).
Para nuestrxs ancestrxs, el Sol era el gran dador de Vida. Su luz y su calor fecundan a la madre tierra para proveer las condiciones óptimas para que, juntxs, den Vida al planeta. ¡Vaya! ¡Qué sorpresa! Así que Los Reyes Magos, los renos voladores y los barbudos barrigones con sus sacos llenos de regalos parpadeantes nos han hecho perder de vista qué luz es la que realmente brilla en estas fiestas.
Antes del patriarcado -momento en que las grandes figuras masculinas empezaron a tomar el control de los acontecimientos importantes del Planeta- el cuido de la Vida era lo prioritario en las culturas matrifocales. Hablo de hace 7000 años atrás. Un poco demasiado lejos para poder tener algún resquicio de memoria de ello. Si por lo menos nos quedaran las brujas con su sabiduría….
¿Y qué tendrá que ver todo esto con la crianza, las familias y lxs niñxs, te preguntarás?
Pues me ha parecido que todo este rodeo ejemplifica este “desvío” de lo esencial a lo creado. Es un símil adecuado para mostrar todo aquello que se nos puede mover como familias en estas fechas. Me explico: cuando perdemos de vista el cuido de lo esencial, de la Vida por lo que es, sin más rodeos y sin más adornos, podemos llegar a perdernos en este escenario de purpurina que nos desconecta de la verdadera naturaleza de estas fiestas. El consumismo y la confusión de lo material nos aleja de lo verdaderamente auténtico. Hoy en día parece que equiparamos los regalos, los brillos y los adornos al amor que merecemos recibir o que sentimos por lxs demás. “Si me porto bien me traerán regalos”. Es como decir que, si soy buenx, me van a querer.
Si nos dejamos arrastrar por esta fiebre de Black Friday, de Navidad dorada y otros muchos cebos que nos rodean en estos momentos del año, estaremos perdiendo de vista todos aquellos valores que, de una manera u otra, estamos queriendo transmitir a nuestrxs hijxs. Tal las distintas religiones pueden llegar a eclipsar las festividades paganas, origen natural de la mayoría de nuestras festividades. Mantener vivas las tradiciones puede ser sinónimo de autoregulación adulta y de firmeza en nuestros criterios. Estas son unas buenas épocas para poner a prueba nuestro compromiso con nuestros valores, con la Vida, con el planeta.
¿A quién le compras tus regalos? ¿Es para ti la cantidad un sinónimo de más afecto? ¿Qué simbolizan para ti las Navidades? ¿Qué les explicas a tus hijxs sobre la magia de estos días?
Podemos enseñarles a lxs niñxs que el consumo responsable y el cuido de lo esencial, es compatible con estas fiestas de derroche y confusión. De nosotrxs depende lo que ellxs aprendan y, en consecuencia, reproduzcan con más facilidad. A ti, igual que a mi, posiblemente, te han hablado del oro, del incienso y de la mirra. De un Dios masculino que vino a salvar el mundo. Pero ¿a cuántxs de nosotrxs nos han contado el papel relevante del Sol en estas fechas? ¿A cuántxs nos han remarcado el valor de lo femenino en nuestra existencia? La historia siempre está sesgada, y es nuestro deber completarla para que nuestra realidad sea más amplia y menos anestesiada. Sean cuales sean tus creencias, comprender que los ciclos naturales son los que nos mantienen donde estamos, me parece fundamental. Honrar a la Tierra y hacer lo posible para cuidar de ella, es el mejor regalo de Navidades que podemos darles a nuestras futuras generaciones.
¡Deseo que estas Navidades las puedas gozar de quienes más quieres con amor, respeto, conciencia y mucha LUZ!