Las separaciones de parejas con hijxs es una realidad cada vez más cotidiana con la que se encuentras muchas familias y que trae asociada una gran cantidad de estrés, dolor y mucha preocupación por hacerlo “bien”. Tomar en cuenta que una ruptura de pareja implica una reestructuración familiar es básico para gestionar esta realidad con mucho más amplitud que las emociones que se mueven por el fin de una historia.
Las relaciones de pareja se están transformando a ritmos acelerados, tal vez de una forma más rápida que la que muchxs de nosotrxs podemos sostener todavía. Y claro, al cambiar el formato de pareja, cambia totalmente el formato de familia. Llevamos muchos siglos donde el estamento del matrimonio -y todos los votos asociados a éste- estructura la sociedad. En los últimos decenios se está produciendo una migración de un sistema más rígido, en el que la unión -religiosa- de la pareja te acreditaba para una serie de preceptos e hitos socialmente establecidos, hacia un sistema más lábil. Si es bueno o malo no es motivo de este artículo, lo que si me gustaría poder expresar es lo que genera toda esta transformación para quienes la viven a diario.
¿Cómo me puedo separar con el mínimo de dolor posible?
Querer evitar el dolor, a menudo, nos ancla en el sufrimiento. Es decir, cualquier separación lleva implícito un dolor por el final, por el adiós, por la separación, por la ausencia, por el vacío, por el vínculo interrumpido. Y esto debemos poder permitírnoslo, respirarlo y, en la medida de lo posible, tratar de no hacer responsable a la otra persona de lo que se nos mueve por dentro. Des de la mirada sistémica cualquier vínculo -y el de pareja es uno de los más importantes- tiene un componente activo de las personas que lo conforman. Eso significa que no podemos responsabilizar únicamente a la otra persona de lo que nos toca vivir en una ruptura. Analizar qué contribución tuvimos como pareja a este desenlace nos conecta con el poder de transformar, aprender y resolver con éxito aquello que nos molesta o debilita.
Para las criaturas, el dolor es una necesidad que debemos poder sostener y abrazar. Evitarles el dolor, de nuevo, puede traer consecuencias nefastas para su bienestar emocional. Es totalmente normal que lxs niñxs no quieran que os separéix, que les duela, que lloren, que os lo supliquen… Se que es difícil, que duele y rompe el alma. Y a la vez, qué importante es sostener lo que se les mueve, permitírselo, explicarles que tener dolor es sano, que vosotrxs también lo tenéis pero que vais a estar allí para acompañarles en lo que les suceda, para abrazarles cuando les tiemble el mundo, para besarles cuando lloren, etc.
Vincularos des de este dolor de transformación nos ayuda a no temerle, a saber que lo podemos vivir y que va a pasar. Ignorarlo, despistarles, esconderlo, etc. sólo va a posibilitar que lo que debe romperse se quede en un estado de tensión por miedo a que duela la rotura interna, y esto, sólo lleva a un sufrimiento incesante, perpetuo y no curativo.
¿Qué necesitan lxs hijxs ante una separación?
Cuando el sistema familiar se transforma y la pareja deja de compartir afecto íntimo, es importante comprender que este cambio afecta a lxs hijxs por el mero hecho de implicar una reestructuración de su “territorio” conocido. Para minimizar el efecto de tsunami que algunas separaciones más traumáticas o difíciles llevan implícito, es fundamental priorizar el bienestar de las criaturas a nuestros propios dolores, que para eso somos adultxs y debemos poder gestionar nuestras emociones delante de ellxs.
Comprender que tus hijxs necesitan sentir la unión de sus mapadres dentro de su corazón nos abre la mirada para permitir que esa parte de mi expareja que está dentro suyo, sea igualmente validada, reconocida, mirada y amada como la tuya. Tanto si biológicamente son hijxs tuyos como si no, la epigenética -ese espacio que rodea su vida y del que formas parte como protagonista- tiene un gran peso en su desarrollo humano. Así que, si has mapaternado a una criatura y se da una separación, ese rol tuyo que está implícito en su corazón, en su cuerpo y en su psique, necesita ser cuidado de la misma forma que necesitas honrar y cuidar la parte de tu ex.
Las criaturas agradecen no tener que prescindir de una de sus dos mitades cuando están delante de uno de los mapadres. Castrar esa parte de lx otrx es debilitarles y dividirles su poder y su esencia total.
Cuando mires a tus hijxs honrando y agradeciendo a la otra persona que hizo posible este acto milagroso de la Vida que tienes delante, vas a posibilitar que ellxs habiten su plenitud. No hace falta que le quieras como pareja, pero si es imprescindible que le des ese lugar de madre o padre. Que valides su presencia en la vida de tus hijxs, más allá de lo que puedas recriminarle como pareja, o como madre o padre no presente, permite que las criaturas sientan que su existencia tiene un sentido, que esas dos informaciones -tanto genéticas como sistémicas- que lxs conforman, son vistas y tienen valor.
Aquí tienes el enlace al vídeo del directo en el que compartí un poco más acerca de cómo acompañar las emociones en la crianza cuando la pareja se separa.
https://www.youtube.com/watch?v=1aAVUJqt1wk&t=421s
Te veo pronto y feliz crianza,
Elisenda Pascual i Martí
Psicóloga y psicoterapeuta
Directora de Acompanyament Familiar