Las personas tenemos esa maravillosa capacidad humana de asumir situaciones límite con flexibilidad y saber sobreponernos a ellas. De todas maneras, no todas las personas poseen el mismo grado de afán de superación, ni la misma ilusión para poder proyectar un futuro con esperanza y abundancia. Este fenómeno llamado resiliencia, ha dado mucho de qué hablar en los últimos tiempos y es sabido que depende del tipo de ambiente en que las personas nos hemos desarrollado.
Es en las primeras etapas del desarrollo humano donde se forjan las bases para el desarrollo psíquico adulto. De esta manera vemos cuán importante es que l@s niñ@s desarrollen una buena inteligencia emocional, más allá de la cognitiva, relacional, motriz, musical, etc. Una gestión de sus emociones les va a posibilitar se más creativ@s delante la Vida misma y desarrollar una mayor capacidad resiliente, y eso empieza por la gestión de las emociones en el seno familiar.
¿cómo me relaciono con mis emociones? ¿me permito expresar de manera sana lo que siento? ¿hay algunas emociones “prohibidas” en mi hogar?
Todas estas son preguntas que deberíamos hacernos y clarificar antes de empezar con la interacción persona a persona.
Para l@s niñ@s, las personas adultas somos ejemplo y modelo en su desarrollo de habilidades, y bajo mi criterio es básico que sepamos identificar qué proyectamos en cada momento, cuáles son nuestros introyectos e identificar de dónde viene ese concepto, prohibición o idea fijada, saber si realmente creemos en ello y poder elegir conscientemente quedárnoslo o descartarlo. Cuanto más conscientes seamos de nuestra influencia en las demás personas, de como acabamos viendo en los demás aquello propio que proyectamos, más libres de carga estaremos en nuestra interacción con el entorno y estaremos abiert@s a percibir un mundo mucho más amoroso.
” Abrir la mirada a la aceptación de como somos es abrirse a tomar la Vida tal como es, tal como viene, con reconocimiento y agradecimiento de lo vivido”
Permitir a l@s niñ@s ser ell@s mism@s es el gran reto de quienes abogamos por una educación respetuosa. Y sabemos que ésto pasa por conocernos a nosotr@s mism@s en profundidad para así poder identificar de qué color son las gafas con las que miramos al mundo en cada instante. Es así, en estas condiciones de aceptación y conciencia, como l@s niñ@s pueden explorar y ser acompañad@s en el camino de desarrollar sus habilidades emocionales.
La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo que la Vida puede conllevar. Es importante que l@s niñ@s, ya desde edades tempranas, tengan vinculaciones afectivas que les aporten seguridad, que puedan encontrar el sentido de la Vida, que descubran sus propias capacidades, exploren la manera de relacionarse con l@s demás y encuentren un entorno seguro donde poder potenciarse.Todos estos factores contribuyen a la formación de un autoconcepto y una autoestima sanas que les van a proveer de una fortaleza interna y de una confianza en los ciclos de la Vida, herramientas indispensables para el logro de una actitud resiliente durante su desarrollo madurativo.
¿Cómo podemos contribuir las personas adultas a la construcción de este proceso?
Desde mi punto de vista, estos tres atributos del YO tienen una correlación directa con tres de los cuatro pilares del desarrollo óptimo del ser humano que son necesarios para tod@ niñ@ en sus edades primeras: seguridad, reconocimiento y vinculación, autonomía.
YO TENGO: desde su concepción y hasta que es capaz de valerse por sí misma, la persona necesita sentirse segura y protegida. La protección por parte de las personas adultas posibilita un espacio de contención y apoyo para sentirnos relajadas en el proceso del vivir; son l@s adult@s quienes guardan por nuestra seguridad, quienes nos abrazan con la intención de establecer un vínculo cercano, seguro y necesario para la supervivencia, ya que si no existiera este instinto de apego, moriríamos por marasmo. La seguridad permite al niñ@ estar abiert@ a la Vida, con la tranquilidad que su supervivencia está cubierta por alguien que sabe sustentarla. Es así cuando la creatividad aflora en todo su esplendor, puesto que la actividad cerebral no se ve ocupada por un arousal activado constantemente en pro de sobrevivir. El niñ@ se ve ofrendado de su máximo potencial de Vida para crear y explorar aquello que a lo que su deseo le invita.
“El vínculo humano es una necesidad esencial del ser humano”
YO SOY/ESTOY: el autoconcepto es fundamental en la construcción de la propia identidad como personas, y contribuye de gran manera en la elaboración de nuestra autoestima. Es por esto que l@s niñ@s necesitan ser reconocid@s y sentirse vinculad@s a personas amorosas que l@s tomen, l@s acepten y l@s miren por lo que son. Si esto no se da en su entorno, l@s niñ@s inician una escalada para ser vist@s, observad@s por las personas adultas, y es aquí donde se generan las archiconocidas llamadas de atención. Es básico remarcar la importancia que tiene la mirada del adult@, cómo miramos a l@s niñ@s, qué les transmitimos, si somos capaces de irradiar una mirada neutra y amorosa; o si por el contrario tenemos prejuicios y concepciones fijas y dogmáticas del mundo que nos rodea y así se lo transmitimos.
“Cuanto más abiertas estemos a dejarnos sorprender por la capacidad de l@s niñ@s al categorizar todo lo que les rodea, y cuanto más capazes seamos de tener esta mirada y esta escucha amorosa y activa que los reconoce como personas íntegras, más ell@s se sentirán reconocid@s por las personas adultas que les rodean y no tendrán que perder su tiempo y energía en inventar estrategias para ser vist@s, la mayoría de las veces a costa de dejar de ser lo que realmente son, para acabar siendo aquello que l@s adult@s acatamos y aplaudimos.”
YO PUEDO: l@s niñ@s marcan su propio ritmo de desarrollo. Aunque el parámetro de la edad se correlaciona a menudo con cambios de etapa, existen procesos de Vida que, según el niñ@, pueden dilatarse en el espacio. El concepto de autonomía genera mucha controversia. Desde Acompanyament Familiar, creemos que un@ niñ@ desarrolla su autonomía cuando se le respetan sus propios ritmos en su proceso de Vida; cuando no hay un deso impuesto desde l@s adult@s para que alcanze ningún objetivo, sinó que se acogen y se da espacio a sus propios deseos, a la vez que se posibilita el entorno físico para que puedan realizarlos.
“Si partimos de la base que los seres humanos somos autopoiéticos -nos hacemos y nos regulamos a nosotr@s mism@s- entonces debemos confiar en que l@s niñ@s que tengan un entorno de crianza amoroso, respetuoso y sano, van a expresar su deseo en cada momento, cultivando así su estado de autonomía.”
Centrarnos en sus habilidades y en sus capacidades, en lugar de señalar sus carencias o defectos (que también habría que analizar qué ojos estamos usando para definirlos de tal manera) aporta confianza y satisfacción en sí mism@s. Si logramos, como adult@s, proveer de un entorno físico y humano favorable para su desarrollo, estaremos posibilitando la fijación de estrategias resilientes para el resto de su Vida.