El día 24 de Mayo se celebra el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarmamiento. Una fecha que pasa desapercibida y que en los días que corren, debería estar más que visibilizada. La situación política actual es alarmante; guerras subvencionadas por gobiernos que priorizan los intereses económicos propios a vidas humanas; terrorismo creado para justificar ataques; migraciones de vidas que luchan para sobrevivir y se encuentran con puertas cerradas; acuerdos que ignoran el cuido de la Madre Tierra; modificaciones genéticas en alimentos, virus y plagas; encarcelamientos por nombrar injusticias y ejercer la democracia; juicios de violaciones grupales donde se desvaloriza el dolor de la mujer y se cuida a una manada de carroñeros; polución del aire, el agua y la misma tierra… Y todo esto con el aval de lxs que nos gobiernan. Visto así parece todo bien desesperanzador, ¿cierto?
Me gustaría poder, a través de este artículo, aportar un poco de luz a todo este sistema que perpetúa los privilegios de unos cuantos en lugar del cuido de lo común. Como me dice alguien a quien amo profundamente “los malos hacen más ruido que lxs buenxs, pero no son mayoría”. Y creo firmemente que debemos acogernos al número creciente de conciencias que van despertando, de vendas de los ojos que van cayendo y permiten observar con más amplitud y sentido crítico todo lo que nos viene dado desde arriba.
¿Te sientes rodeado/a de personas afines a tus convicciones?
¿Sientes que tienes tribu con quien compartir este anhelo de transformar lo que te rodea?
Debemos poder convertirnos en el cambio que deseamos ver en el mundo. Sólo caminando nuestros principios será que podremos generar un viraje auténtico. Hace unos años el Dalai Lama pronunciaba un discurso donde afirmaba que “el cambio vendrá dado por las mujeres”, y tengo la convicción absoluta que será a través de lo FEMENINO. Las mujeres solas ni podemos ni debemos querer ser las únicas encargadas de tal proeza -puesto que lo femenino es inherente a todos los géneros-. Las mujeres somos una parte de la población mundial a quien, por tradición cultural, se nos ha otorgado el valor de lo femenino. El género va mucho más allá de esta reducción y hace falta poder ser reconocidas, sostenidas y validadas para quien se le ha otorgado el don de lo masculino. Solamente uniendo las polaridades es que podremos transformar este abismo que nos separa y que, a la vez, perpetúa la falta de amor humano.
Desde el enfoque del acompañamiento respetuoso hace tiempo que insisto en que, como dice Evania Reichert, la paz comienza en el vientre materno. Un vientre amado, amoroso, relajado, genera una impronta de bondad en el bebé que crece. Para esto hace falta que el entorno que lo rodea participe generando una atmósfera propicia. Un bebé que recibe lo que necesita, que es acompañado/a en la frustración, en el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo y la alegría, es probable que se convierta en unx adultx capaz de amar, de abrirse a la Vida con bondad, empatía y amor. Las mujeres tenemos mucho que aportar a este cambio social; debemos poder escoger si es nuestro momento para generar una Vida, con quién deseamos hacerlo y qué necesitamos para tirarlo adelante. Cuidar la forma de criar es hacer activismo. Amarse, amar a tu bebé y cultivar un vínculo sano es la gran aportación al bienestar de la humanidad. Act locally think globally. Trabajar desde lo más pequeño para generar cambios en lo más vasto. Este es el verdadero trabajo colectivo: si lo haces solx llegarás más rápido, si lo haces acompañadx llegarás más lejos.
Creo firmemente que ha llegado el momento de reconciliar lo masculino y lo femenino en cada unx de nosotrxs para transformar la forma de vivir, de relacionarnos y, por supuesto, de hacer política.
¿Qué sientes que puedes aportar desde tu hogar para contribuir en el cambio de la humanidad?
Elisenda Pascual