Hoy me gustaría tocar uno de los temas, para mí, más importantes y centrales en el acompañamiento infantil. Ya me habéis escuchado muchas veces decir lo crucial que es poder sostener la frustración de nuestras criaturas a lo largo de su desarrollo, y es que la construcción de la fortaleza ante las adversidades vitales, radica en estos primeros amagos infantiles de queja por no obtener lo que les gusta o desean.
Conocida es la importancia de la etapa infantil en el desarrollo de las personas; en estos años tan sensibles, forjamos la base de nuestra futura personalidad. Esta estructura sobre la cual vamos a construirnos, debería ser objeto de mirada, de atención y de cuido de TODOS los estamentos sociales y culturales. Lejos quedan, pero, las políticas de conciliación, la prioridad en el vínculo primario y todas aquellas facetas sociales que se relacionen con el cuido a la Vida.
La frustración forma parte de nuestra vida. Adquirir las herramientas para gestionarla, debería ser una prioridad de las adultas acompañantes en el acompañamiento del desarrollo infantil extrauternio. Déjame recordarte que en los incios de la Vida fuera del útero, el bebé todavía está en proceso de formación y desarrollo. Es por eso que hablamos del embarazo extrauterino. Éste termina cuando la criatura ya puede ingerir sólido y se desplaza (que no camina) por sus propios medios. El embarazo humano, en sus 18 meses de totalidad, comprende el embarazo intrauterino, y el extrauterino. En ambas fases de esta etapa vital, el bebé no debería experimentar frustraciones que no pueda sostener y que no sean adecuadas con su etapa ocular. En este momento de su evolución, el ser humano es totalmente dependiente de la persona gestante y necesita el contacto con el cuerpo que conoce para sentirse en seguridad (el olor, el latido del corazón, etc.) y obtener el alimento. Fijaros que en esta etapa exterogestante, la gran mayoría de los bebés son obligados a separarse de sus madres debido a las políticas de conciliación. Aunque los bebé se queden con personas suficientemente amorosas, su salud radica en estar en contacto con su madre para terminar de forma óptima su propio desarrollo. Esta primera frustración a la que les sometemos no cuida su bienestar. Es por esto que los bebés sanos deben poder expresarlo con llantos, malestares y agitación, en un principio, para acabar acomodándose al dolor de esta pérdida temprana. La queja reiterada es demasiado desgastante para mantenerla en el tiempo y pronto aprenden a conformarse. Es en estos momentos, cuando puede inscribirse un registro de “conformación” con el dolor por frustración. Al no tener recursos para salir de ello, esas criaturas comprenden que domesticarse es la única forma de sobrevivir. Duro visto así, ¿verdad? Y después nos preguntamos por qué el mundo va como va. Quien diga que la forma como nos criaban no era tan mala y no generaba malestares, es porqué no lee la prensa o mira las noticias. Una mala gestión de la frustración infantil puede generar dolor, trauma y, como veremos ahora, despotismo, narcisismo y egolatría (entre otras muchas patologías).
Cuando las criaturas acaban su embarazo extrauterino, paulatinamente, van tomando confianza en sus capacidades y, siempre que hayan tenido un sostén seguro en su etapa previa, tendrán ganas de lanzarse a explorar el mundo (que en esos primeros momentos son 3m alrededor de la figura maternante, ¡no os imaginéis nada más lejos!). En esta interacción con el entorno, el bebé empieza a tomar conciencia de sus movimientos y de la gestión que implica el poder generar desplazamiento. De la misma forma que cuando era más pequeñx y quería agarrarse el pie, la mano, darse la vuelta, etc. todo lo que implica novedad, puede reportar frustración. Antes estos tipos de problemas naturales, sanos y adecuados, es importante que las personas adultas que acompañamos, nos preguntemos qué es lo que nos mueve su aprendizaje cuando les genera malestar.
¿Lo puedo sostener?
¿Me sabe mal que no se salga con la suya?
¿Concibo el malestar de la frustración como algo a evitar?
Es muy importante que te preguntes qué te sucede cuando ves a tu criatura frustrarse porqué no puede conseguir algo que desea. De verdad, hazte esta pregunta y respóndete con sinceridad. Te va a dar una pista muy grande para darte cuenta de tus reacciones antes estas situaciones. De esta forma vas a poder decidir si estaría bien tomar distancia o, por el contrario, tomar cercanía.
Cuando hablábamos de la autonomía infantil ya anuncié ciertos tipos de acompañamiento que parecen adecuados, pero que en el fondo son “falsas autonomías”. Si te acuerdas, estaban las personas que antes situaciones difíciles de sus criaturas se alteraban y no permitían que éstas se tomaran un tiempo para frustarse y descargarse, para luego, encontrar un nuevo camino de resolución de la dificultad. Era el modelo sobreprotector. Si tu hijx se quiere poner un zapato y no lo logra, se enfada, llora y no puede, antes de intervenir, acompaña su emoción. Puedes acercarte, ponerte a su lado y decirle algo así: “veo que tienes ganas de ponerte este zapato y te está costando”. Sostén esta situación un rato y deja que tu hijx descargue su frustración. Ni el zapato es malo, ni él es inútil. Está aprendiendo. Es su camino hacia la autonomía REAL. Si me precipito e intervengo, estoy interfiriendo en la oportunidad coherente y adecuada para enseñarle a gestionar su frustración. Su deseo era ponerse el zapato. ¡Dejemos que encuentre la forma de alcanzarlo! Y si no puede con ello, allí estaremos nostrxs, dispuestxs a sostener su malestar y ofreciéndolo apoyo si así nos lo pide. Intervenir constantemente le hará creerse que no tiene aptitudes para las frustraciones adecuadas (se está poniendo un zapato, ¡no le pides que fabrique uno!) y puede que establezca la creencia interna de incapacidad. Vamos a generar una persona que va a estar buscando constantemente alguien que le resuelva los problemas, ya sea a costa de sentirse inferior, o por sentir que siempre así ha sido, y así debe ser.
Si por el contrario sus incomodidades y frustraciones te provocan risa, le fuerzas constantemente a “espabilarse solx” y no atiendes a su malestar cuando lo expresa, estás ajustándote a un patrón de pseudoautonomía por abandono. Lo que se deriva de ello, es que tu hijx aprenda que la frustración es una montaña que hay que subir siempre en solitud y con dolor. Cuando una criatura, de forma reiterada, es colocada en un lugar no adecuado para ella, genera un patrón de rigidez y fortaleza ante la vida que barre por completo su necesidad de apertura, cobijo y suavidad. Recuerda que las criaturas están en proceso de desarrollo y hay una grandísima lista de cosas que no saben hacer todavía. Como personas adultas acompañantes debemos conocer qué es adecuado y qué no en cada etapa de su desarrollo para no acabar colocándoles en situaciones demasiado cargantes. Enseñarles que “la vida es dura” cuando deberían sentir que es amorosa, es adelantarse en su evolución.
Si te apetece compartir un poco más acerca de la frustración, te espero en el DIRECTO del próximo Martes 19 de febrero a las 21h.
Te animo a que dejes tus preguntas aquí debajo para poder respondértelas en vivo.
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¿Cuándo? MARTES 19 de FEBRERO DE 21H A 22H
Elisenda Pascual i Martí
Psicóloga, psicoterapeuta y escritora
Fundadora y directora de Acompañamiento Familiar
elisenda@acompanyamentfamiliar.com